martes, 14 de mayo de 2013

La comunicación no verbal: el aspecto físico.


Dicen los expertos que estamos programados para evaluar de forma inmediata a una persona gracias a un primitivo mecanismo de supervivencia que nos indica si la persona en cuestión nos supone una amenaza o no. Ahora bien, la cultura y la educación nos han enseñado a "controlar" nuestras reacciones más impulsivas porque en la mayoría de los casos vivimos en entornos en los que nadie nos va a atacar físicamente. 

Otro punto importante son los prejuicios que TODA PERSONA tenemos ya que nos ayudan a representarnos una realidad compleja. Los prejuicios se nutren de las experiencias pasadas, la educación recibida, la ideología, etc... Debemos aprender a reconocerlos y a saber cómo nos influyen y ya entonces decidiremos en qué grado les podemos hacer caso. 

Dicho esto, queda claro que el aspecto físico que proyectamos al exterior comunica y muestra una información de primer orden hacia los demás. De acuerdo con Teresa Baró la imagen global que mostramos a los demás depende de: 
  • Cómo somos físicamente. 
  • Cómo nos vemos.
  • Cómo nos relacionamos con el entorno. 
  • Cómo nos valoramos al recibir la información recibida. 
El primer punto es no un rasgo no electivo,  pero el resto depende de nuestro pensamiento y nuestras actitudes a la hora de interrelacionarnos con el entorno. Una persona con un muy buen aspecto físico si va mirando por encima del hombro a otras personas es muy posible que cause una mala impresión, al mismo tiempo que alguien excesivamente acomplejado por un posible "defecto" físico tendrá dificultades para establecer relaciones con fluidez. 

Sin caer en la "dictadura de las modas" el hecho de cuidar nuestra forma de vestir para dar una imagen coherente con lo que somos y queremos mostrar ya comunica de forma inconsciente que valoramos al resto. Al mismo tiempo que no cuidar en absoluto este aspecto muestra lo contrario: que no nos importan los demás.

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